Hoy me he dado cuenta de que ya estamos en Mayo. Y sí, lo sé, que ya me vale que ya llevamos casi dos semanas de mes… pero es que hasta ahora la evidencia estaba lejos, difusa, por ahí sobrevolando otras mentes más conscientes del día que viven.
Hasta hoy que me ha metido un sopapo tal, que me ha dejado pensando: hostia, que estamos en mayo, ¿¿ya??
Tras esta reflexión tan profunda (mode ironic: on) se cruza veloz por mi mente la idea de que tengo que celebrar un aniversario: el de llevar oficialmente 7 años en el mercado (laboral). Y remarco lo de oficialmente porque aquí pasa igual que con las parejas, que algunas se quedan con la fecha del enlace mientras que yo soy más del día en el que mi empresa y yo empezamos a tontear y conocernos, ella como una compañía joven y yo como una becaria todavía dependiente de la universidad. Llámame romántica.
Y van 7 años, que se dice pronto. Si estás haciendo la cuenta mental efectivamente, soy de esos poquitos (y afortunados) casos que encontraron trabajo en plena crisis, que ha sobrevivido a la «recrisis» y ha empezado a ver los famosos brotes verdes.
Si algo me han enseñado todos estos años, quizás por la presión social o quizás por presenciar las prácticas de crisis del «todo vale» y «hago chas y aparecen miles de parados para ocupar tu puesto», es que todo lo que puedas aprender, te parezca que sea de tus competencias o no, apréndelo.
Esta reflexión me pilla sentada en mi silla y con el traje de Export Manager puesto (no siempre estuve aquí) mientras veo entrar en el departamento al chico que después de un año de beca ha ingresado oficialmente en el mercado laboral y nos trae algo de picar para celebrarlo.
En una fugaz ensoñación me traslado a los años en los que me tocó redactar manuales, delinear planos, registrar pedidos o fabricar piezas cuando llegó el caso.
Y bien mirado y sonando como si en vez de 7 años de experiencia tuviera 70, agradezco haberme fogueado en unas condiciones que narradas sonarían a novela picaresca, pero que me han permitido tener a día de hoy, una visión muchísimo más amplia y polivalente del trabajo en sí.
Pero volviendo a las nuevas generaciones de profesionales, a las que con un poco de suerte se presume les irá mejor que a los que empezamos en 2008, me gustaría transmitirles el concepto más importante que adquirí en todo este tiempo: la titulitis es infecciosa y no hay mejor remedio para curarla que quitarse los anillos.
Aprende, aprende y cuando creas que de algo no puedes aprender nada, aprende a pensar de nuevo. Así llegarás a ser mejor profesional.

Año 2011. Responsable del proyecto de diseño «Kissmetal».